Pino de Monterrey, pino insigne - Pinus radiata

 

   Las coníferas, a diferencia de otros árboles, no pierden todas sus hojas durante el otoño, no tienen que soportar los inviernos completamente desnudos, van perdiendo sus acículas poco a poco y en escasa cuantía durante el transcurso de todo el año.



   Los pinos son coníferas, un nombre que procede del latín y hace referencia a sus frutos, literalmente “que lleva, produce o es portador de piñas”. Introducidos en Asturias por repoblación forestal a principios del siglo XX o antes, junto con los eucaliptos.


   Las hojas o acículas del pino son muy resistentes a la descomposición, por este motivo en los bosques de pinos es muy frecuente caminar por encima del manto de acículas que recubre el suelo, impidiendo por otra parte el normal crecimiento de plantas en su sotobosque.


   Además el espeso y compacto techo del pinar dificulta la entrada de luz y crea una densa sombra por lo que tan solo cotoyas, helechos, musgos y algunas herbáceas pueden crecer bajo un monte de pinos.


   Resulta fácil saber si estamos en un bosque de pinos radiata o de Monterrey pues si nos fijamos las acículas se disponen compactas, son muy delgadas, rectas y de color verde brillante, y lo más importante se agrupan de tres en tres, formando tríos de acículas peculiares. Las piñas forman racimos de tres a cinco, son asimétricas en la base y de aspecto rechoncho.



   Los pinos son plantas monoicas, es decir las flores femeninas y masculinas se localizan en el mismo árbol. Los conos masculinos o amentos poseen un color pardo amarillento, son muy lucidos y abundantes, ligeros, y situados en la parte final de las ramas, estrechamente unidos. Las femeninas se agrupan en conos ovoides de color púrpura-violáceo. Florecen desde marzo hasta mayo.



   Al atravesar un pinar es muy posible localizar unos grandes capullos blancos de seda en la parte alta de los árboles, especialmente durante el invierno. Se trata de la ´procesionaria del pino` una mariposa nocturna, Thaumetopoea pityocampa, que en su fase de oruga genera sus nidos entre las ramas y se desplazan unidas formando largas y llamativas filas, cuando abandonan el capullo.



   Las larvas de esta ´procesionaria` se alimentan de las acículas tiernas de los pinos provocando su defoliación y un enorme deterioro en los pinares. Estas orugas son tóxicas y muy peligrosas para las personas, ganado y mascotas. Mucho cuidado con los perros.



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