Castaño de indias, falso castaño – Aesculus hippocastanum


   Se trata de un árbol de gran porte, en ocasiones enorme pues puede llegar hasta los 30 m. de altura, muy conocido en todas las  regiones templadas del planeta, donde se encuentra aclimatado, después de ser extensamente cultivado como ornamental en parques, jardines, calles y otras zonas. 


   En Asturias es muy abundante y crece de forma natural en zonas frescas o sombrías, en compañía de otros caducifolios como robles, nogales, alisos, arces, ……. por encima de los 800 – 1000 metros de altitud.

   Es curioso que la palabra ´hippocastanum` que aparece en su nombre científico significa ´castaña del caballo`, ciertamente existen referencias de que los frutos o castañas de este árbol calmaban y descongestionaban la tos y el asma a los caballos.


   La tradición y sabiduría popular nos habla de remedios que se han conservado a lo largo del tiempo, es bueno recoger estas castañas cuando caen en otoño para meterlas en los cajones y colgarlas en los armarios en un collar pues alejan a las polillas de la lana. También se dice que es bueno llevar una de estas castañas en el bolsillo pues elimina los dolores.


   Además de estas pequeñas anécdotas caseras, el castaño de indias contiene, sobre todo en la corteza y hojas, interesantes principios activos que tanto la fitoterapia como la industria farmacéutica han aprovechado para producir pastillas con el fin de mejorar la circulación, sobre todo en piernas cansadas y pesadas; elaborar pomadas para tratamientos de varices y hemorroides, cremas para proteger la piel del sol, champús para el cabello,  ………….

   Lo que también debemos conocer es que los frutos, ´las castañas de indias` no son peligrosas al tocarlas pero no son comestibles para las personas y no deben ser consumidas pues son tóxicas.

   Muy frecuente y cercano, podemos localizarlo en muchos parques y jardines, lo que nos facilita su observación y así darnos cuenta de su vistosidad. Sin haber perdido sus hojas durante el otoño, ya aparecen las yemas que son gruesas, escamosas, pegajosas y rojizas,  solitarias a lo largo del invierno hasta la llegada de la primavera.


   Posee un enorme tronco recto de donde salen numerosas ramas, con la corteza lisa y grisácea cuando es joven pero que con los años se vuelve más oscura-negruzca y agrietada. 

   Al llegar la primavera las yemas se abren y de su interior brotan las hojas y al mismo tiempo un racimo peculiar que con  el paso de los días se convertirá en flor. Sin tardar mucho el árbol recobrará un sugestivo aspecto con hojas y flores, se ha iniciado un nuevo período, es el ciclo de la vida de los árboles caducifolios.


   Resulta fácil recordar sus hojas grandes y opuestas, con un largo peciolo y divididas en 5 – 7 foliolos de tamaño desigual, verdes por ambas caras y largamente ovalados de borde dentado.

   En abril o mayo el castaño de indias nos muestra llamativas inflorescencias en forma de racimos de forma cónica, con flores blancas que poseen pétalos de diferente tamaño, algo pelosos y con manchas rosadas o amarillas. También llaman la atención sus estambres con largos y desiguales filamentos curvados.


   Después del proceso de floración llega la fecundación con el consiguiente desarrollo del fruto que se forma en el interior de una cápsula, al principio de color verde con muchas espinas. Con la llegada del otoño cuando el fruto ha aumentado y madurado, la cápsula se abre y las castañas llenan el suelo.


   Se las llama falsas castañas, castañas locas o simplemente castañas, por su gran parecido externo con las auténticas castañas del género Castanea, aunque son un tanto diferentes, de mayor tamaño y no poseen un extremo picudo. Recuerda, ¡¡¡no son comestibles para las personas!!!


   Se pensaba que procedía de Asia, de ahí su nombre vulgar, pero es originario de los Balcanes, Bulgaria y montañas de Grecia, donde crece de forma espontánea. La madera del castaño de indias tiene poca utilidad, es ligera, poco resistente y arde muy rápido.



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